Sugar baby de azugar o Sugar Daddy de hiel
Contrario a lo que se suele pensar, cuando hablamos de amor es el hombre quien suele enamorarse perdidamente, mientras que la mujer (consciente o inconscientemente) mantiene una actitud frĆa y calculadora antes de abrirle las puertas al romance.
Contrario a lo que se suele pensar, cuando hablamos de amor es el hombre quien suele enamorarse perdidamente, mientras que la mujer (consciente o inconscientemente) mantiene una actitud frĆa y calculadora antes de abrirle las puertas al romance.
A los hombres el amor le entra por los ojos: busca en una mujer un buen cuerpo, tetas generosas y firmes, un buen trasero, piernas bien torneadas.
Las mujeres, en cambio, buscan otra cosa: seguridad y protecciĆ³n. Este mandato lo llevan en sus genes. Una vez que surge el concepto de familia, la mujer debiĆ³ asegurarse un compaƱero que la protegiera y alimentara durante sus largos perĆodos de gestaciĆ³n y, luego, a los hijos. Era un acuerdo sencillo pero eficaz.
De esa forma la mujer, cada una dentro de sus posibilidades, calcula con toda la frialdad que su naturaleza le permite, para escoger al mejor macho disponible. Y asĆ, el jefe suele ser mĆ”s atractivo que el empleado, el hombre acomodado mĆ”s interesante que el pobre, y el mĆ©dico mĆ”s conveniente que el enfermero.
Pero a veces esa bĆŗsqueda de seguridad y protecciĆ³n por parte de la mujer se distorsiona a niveles peligrosos. La chica apunta alto y ya no se conforma con el hombre adinerado o estudiado. Quiere llegar al poder puro. Al poder que va mĆ”s allĆ” del dinero y hasta de las propias leyes. Y en ese terreno, Colombia se ha vuelto un profuso productor de hombres con un poder casi ilimitado.
Bandoleros como Pablo Escobar hicieron estremecer de terror a la sociedad de MedellĆn durante los aƱos 80 del siglo XX, pero al mismo tiempo fue amado y protegido por la barriadas de la ciudad, a cuyos habitantes les prestaba una atenciĆ³n que el Gobierno les negaba. Se hizo un hĆ©roe, una especie de RobĆn Hood moderno, mientras que la televisiĆ³n y los noticieros colombianos terminaron de convertirlo en una verdadera leyenda. AllĆ comenzĆ³ a gestarse la narco-cultura colombiana, que quizĆ”s quedĆ³ oficialmente bautizada por Charly GarcĆa cuando nos llamĆ³ āCocalombiaā.
Se escribieron novelas como āRosario Tijerasā y āLa virgen de los sicariosā, se produjeron pelĆculas y series de televisiĆ³n de alta factura sobre la vida y milagros de los narcotraficantes, se lanzaron telenovelas como āSin teta no hay paraĆsoā o āLas muƱecas de la mafiaā, historias que se alimentaban de la realidad al mismo tiempo que la engrandecĆan y la transformaban en algo mĆ”s atractivo. NiƱos y jĆ³venes colombianos nacidos en la mĆ”s extrema pobreza y sin ningĆŗn futuro mĆ”s que el de la miseria, encontraron en el hampa una salida rĆ”pida: dinero, mujeres, drogas, rumbas y poder. Muchos saben que no sobrevivirĆan a los veinticinco aƱos de vida, pero aun asĆ elegĆan vivir poco pero a mĆ”xima velocidad. La premisa era ātodo vale para salir de pobreā. Y para salir de esa miseria el hombre utiliza el crimen y la mujer su cuerpo. De allĆ surgiĆ³ una raza de hermosas y seductoras mujeres: las llamadas hembras de la silicona, las novias del narco o las muƱecas de la mafia.
Mujeres tan famosas como Kate del Castillo, Alicia Machado, Silvia Irabien, Alejandra GuzmĆ”n, Angie Sanclemente (la reina del CafĆ©), Laura Elena ZuƱiga, Liliana Lozano (colombiana asesinada), MarĆa Susana Flores GĆ”mez (asesinada), Juliana Sosa y la famosĆsima Virginia Vallejo son sĆ³lo algunas de las que han ligado sus nombres, sus vidas y hasta su sangre a los de grandes capos de la mafia colombiana y mexicana.
Y como ellas, no son pocas las jĆ³venes colombianas que sueƱan con que un importante miembro de algĆŗn cartel o algĆŗn traqueto de renombre las saque del barrio y las lleve esa otro mundo de lujosas mansiones y fincas, autos Ćŗltimo modelo, piscinas, joyas, licor y mĆŗsica a todo dar. Una vida de ostentaciĆ³n en donde todos los dĆas parecen ser domingo.
La belleza y la juventud de la sugar-baby son factores determinantes para ser seleccionada, pero tambiĆ©n su nivel cultural. Los narcos no quieren campesinas bonitas. Ellos aspiran poder hablar con sus protegidas o que sepan comportarse en un restaurant o en una fiesta. TambiĆ©n es importante el nivel de confianza que puedan ofrecer estas ānoviasā ya que pronto comenzarĆ”n a verlo y a escucharlo todo. El concepto de āespĆaā es inaceptable.
Ciertamente entrar a esa vida no es fĆ”cil, pero mucho menos lo serĆ” salir de ella. Una vez que se pasa el destello de los primeros dĆas, el brillo del dinero y de los televisores gigantes comienza a opacarse y las chicas se dan cuenta que han entrado a una jaula de oro y que su amante es en realidad su carcelero. Las muchachas son aisladas por completo de sus familias y amigas, se les prohĆbe salir solas y desde que pisan las propiedades del narco con el cual se han relacionado, son sometidas a un riguroso seguimiento y control.
La vida de estas muchachas estĆ” seriamente comprometidas desde el primer momento. Una indiscreciĆ³n de su parte, un comentario a quien no se debe, alguna foto publicada en las redes sociales podrĆa costarle la vida a ella y a su familia.
El caso de Yovanna GuzmĆ”n puede reflejar el de muchas jĆ³venes colombianas: guapa, casquivana y ambiciosa fue novia de Wilber Valera (āEl JabĆ³nā), poderoso capo del cartel del Norte del Valle. El narco y la Yovanna se conocen en el certamen de belleza āChica Medā. Y como suele suceder, Ć©l queda flechado por la hermosura de la chica y ella, deslumbrada por el derroche del mafioso. Pero el cuento de hadas comienza a quebrarse cuando la ex miss Yovanna descubre que es especial, pero no es Ćŗnica. Ella es un trofeo mĆ”s colocado en una enorme vitrina. Rabiosa y celosa, la joven quiere largarse pero sabe muy bien que no puede: āa la mafia no se le da un desplanteā, declararĆa aƱos mĆ”s tarde. Para lograr su liberaciĆ³n tuvo que esperar a que su sugar daddy-carcelero fuera asesinado por sus enemigos en un hotel caraqueƱo.
Otras muchachas no han corrido con tanta suerte: la aspirante a actriz Lilian Andrea Lozano fue ejecutada junto con su amante y protector, al igual que la narco-modelo mexicana Susana Flores GƔmez quien cae abatida en medio de un enfrentamiento con el ejƩrcito mexicano.
Pero las jaulas de oro no sĆ³lo las abren los capos de la droga, sino cualquier hombre con suficiente poder para hacerlo. Se dan casos en los que el sugar daddy genera una relaciĆ³n de poder-sumisiĆ³n en el que Ć©l ejerce el control ya que es Ć©l quien paga. Y haciendo uso de su supremacĆa y su carĆ”cter posesivo, presiona hasta obtener de su amante todo lo que desea: hacerse dueƱo de su sugar baby.
Pero aĆŗn en las relaciones mĆ”s formales y legĆtimas como lo es la matrimonial, es posible encontrar verdaderas jaulas de oro en donde un esposo celoso, poderoso y posesivo convierte a la esposa en su rehĆ©n particular, proveyĆ©ndola de todos los lujos y caprichos pero privĆ”ndola de su libertad e individualidad.
Entrar a una relaciĆ³n amorosa regida por la ambiciĆ³n, el poder y el sexo, difĆcilmente resultarĆ” satisfactoria a largo plazo. Mejor pensarlo dos veces antes de entrar a un lugar del cual sabemos no serĆ” fĆ”cil salir, porque el brillo del oro no siempre es tan bueno como parece.
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