Prepagos en Neiva en español
06 de mayo de 2025

Prepagos en Neiva
Alexia (nombre ficticio) es trigueña, alta, delgada y con un gran atractivo. Sabe expresarse, es elocuente, se le nota la buena educación y su tono de voz es algo peculiar. La conocí hace un par de meses en la universidad. Nos vimos en un corredor, nos saludamos con un "Hola" al mismo tiempo y seguimos el camino. Luego, por casualidad, nos volvimos a ver en la cafetería y ese día, tomándonos un café y un sándwich de pollo con jamón, queso y una lechuga triste, logré que me contara sobre su vida. Al principio, mientras entraba en confianza, la noté un poco esquiva, pero le conté anécdotas y, entre risas y charla, fue soltando la lengua. Me contó parte de su vida, aunque noté que no hablaba mucho sobre su trabajo. Me habló de su carrera, sus clases, sus amigos y sus proyectos a futuro. Luego mencionó que había sido modelo, o mejor, que lo intentó, y su experiencia en algunas academias de modelaje en Bogotá.
—Es muy difícil ser modelo en una ciudad como Neiva. El problema es que aquí el movimiento del modelaje es muy poco, no pasa nada. No hay eventos, los pocos que hay son muy competitivos y la paga no es buena. Las chicas pelean por todo y trabajan muy duro, muchas veces gratis
—dice Alexia con una mirada de resignación y desaliento. —Para estar activa en este entorno, hay que salir de la ciudad, hacer conexiones y buscarlas. Poca gente está para ayudar, y el resto se aprovecha de los sueños de las personas para ofrecerles un mundo de fantasía que poco a poco se desmorona. Todo parecía una conversación normal, hasta que se atrevió a decir lo que más me llamó la atención: "Soy escort". Después me contó cómo comenzó en el negocio y me introdujo en todo un mundo que está detrás de una fachada.
—Fui a una academia de modelaje a hablar con el director. Cuando llegué, me miró de arriba abajo, me pidió que caminara frente a él y que girara mientras me observaba con atención. Iba vestida con pantalón ajustado, tacones, una blusa strapless y el cabello suelto. De repente, se me acercó, me miró a los ojos y me dijo: “No tienes nada para modelaje, pero si quieres ganar dinero te puedo ofrecer este trabajo”. Me entregó un portafolio con fotos de chicas desnudas. No supe qué decir. Él me dijo: “Tranquila, esto es profesional. Hacemos el estudio, la página web, lo publicamos y conseguimos los clientes. ¿Qué dices?”. Lejos del glamour, el modelaje guarda secretos innombrables. No hay excepciones, pero los pueblos pequeños como el nuestro están cargados de historias oscuras de la industria del modelaje, sueños que se frustran y mujeres heridas en el eterno juego de la sexualidad y la ciudad. Alexia fue uno de esos casos. Estaba lejos de casa, sin trabajo y con sus ilusiones rodando por el suelo. Cuando llegó a su apartamento, se tiró de cara en la almohada y empezó a llorar. Luego se levantó y se dijo: "Si voy a ser escort, lo voy a hacer bien". Al día siguiente, reunió fuerzas y llamó al director de la academia. Aceptó su propuesta. El director le dio una dirección para una sesión de fotos. Apenas llegó, el tipo del estudio la miró de arriba abajo y le dijo amablemente: “Por favor, desvístete”. Había una cama, muchas luces y sombrillas. No fue capaz de quitarse toda la ropa. Él le dijo: “Si vas a trabajar en esto, tienes que estar más tranquila”. Aun así, solo le mostró los senos y tuvo que intentarlo varias veces. —Así fue como empecé en este mundo.
—me dijo tras suspirar. Creo que eso de que las apariencias engañan es tan real que al conocer a Alexia lo confirmé completamente. Uno siempre tiene un estereotipo en la cabeza de cómo lucen las escorts.
—¿Te gustaría saber qué pasó después? —Claro —le dije, completamente interesada.
—Después de publicar la página web, que quedó bien al final porque tengo buen cuerpo, no es por echarme flores, pero se nota.
—Oh sí, se te nota desde lejos —le dije en forma de piropo. Soy mujer, pero aprecio una buena mujer o una mujer guapa. Vale aclarar que no soy lesbiana, pero he tenido mis cosas, y una buena historia como esta no me la iba a perder.
—Llevo un poco más de dos años en esto y la experiencia hace que una incluso sepa con quién habla al teléfono sin conocerlo. —La prostitución es un buen negocio y mueve mucho dinero, pero recuerda que el que solicita el servicio puede ser perfectamente tu hermano, el que no mata una mosca, tu primo adorado, tu padre fiel, tu abuelo, tus amigos de la universidad o cualquiera relacionado contigo. Todos los hombres buscan putas y si no las buscan, han tenido el deseo
—reflexiona.
—Así que, sin más, me volví escort… bueno, más bien una puta, porque eso es: me pagan por mis servicios sexuales. Llámalo como quieras.
—En los primeros meses me ponía nerviosa, me angustiaba no saber con quién me iba a encontrar al abrir la puerta, pero desde hace tiempo esa incertidumbre es parte del morbo inherente a mi trabajo.
—En este trabajo te vuelves hábil para saber cómo es una persona por teléfono. Depende de cómo se exprese y lo que diga. Tras unos minutos de conversación, sabes si está solo, si ha tenido poca (o ninguna) experiencia con prostitutas y si está visiblemente nervioso al llegar. —Muchos me dicen que vieron el anuncio y les costó decidirse: “Eres muy hermosa, pero no suelo buscar chicas”. Esos son buenos, porque puedes manejar la situación como tú quieras —dice.
—Muchas veces, incluso con el cliente más dominante, podemos jugar con él. Él siente que tiene el poder, pero en realidad estamos haciendo lo que yo quiero. Claro, eso te lo da la experiencia, no es de la noche a la mañana. —Esa es una ventaja de este negocio. Tengo una vida sexual activa y variada, en casa y además me pagan.
—Al principio pensé que me iría mejor con hombres jóvenes por su ardor y deseo, pero resultó lo contrario. Prefiero a los hombres maduros, la mayoría son delicados y casi siempre nos tocamos todo el cuerpo. —Los hombres mayores de 40 tienden a ser más relajados con el sexo, y la penetración es parte del juego más que el objetivo. Me gusta esa soltura, y suelen entregarse más a disfrutar conmigo. Con estos clientes maduros no hay bobadas a la hora de tirar con putas. A veces he querido capturar sus expresiones faciales durante el orgasmo y compararlas con otras parejas sexuales que hayan tenido. ¿Se irán igual? Me pregunto, pero no es necesario. —Durante el tiempo que queda después del polvo, usualmente no hablamos. No sabemos casi nada el uno del otro y no lo necesitamos. —Cuando suena la alarma del celular, me indica que el tiempo se acabó. Mientras él se viste, hablamos de cosas sin importancia, me agradece más de una vez, un beso de despedida y adiós. Cada quien vuelve a su vida.
—Una amiga del trabajo me dio un secreto para tener mejores relaciones y estar más caliente en la cita. El truco es el siguiente, ¿quieres saberlo? —Cuéntamelo todo —le dije emocionada. —El truco es muy simple pero efectivo: tienes que masturbarte unos minutos antes de cada cita. Las hormonas que inducen el orgasmo hacen maravillas, y después de venirme, mi cuerpo quiere más.
—No tengo preferencia por el físico. Claro, si está musculoso y bien cuidado, pues mejor, pero si no, no me importa si es alto o flaco, si está tonificado o no, si es calvo o si la tiene larga o gruesa. Eso no es lo importante. Creo que la conexión se determina por la personalidad y el sex appeal, al menos en este contexto. —Si un hombre tiene buen sentido del humor, habla sabroso, sabe reírse de sí mismo y no se toma tan en serio, ya me tiene. Eso me calienta. —Ahora estoy en la universidad. Quiero salir de esto, pero por ahora sigo trabajando como puta. Neiva ha crecido mucho y hay muy buena demanda para este servicio. Nos despedimos y quedamos en vernos luego. Aún me interesa el tema, y he investigado lo siguiente: he trabajado sobre preferencias sexuales y, según una encuesta a más de 1500 hombres donde se les preguntó por qué pagan por servicios sexuales, las respuestas fueron tan variadas que no se puede establecer una única tendencia:
- Me gusta tener sexo con diferentes personas (47%)
- Me permite usar mi sexualidad (40%)
- Puedo probar cosas que nunca había intentado (41%)
- Me gusta no tener un vínculo emocional (38%)
- Poder hacer cosas que no puedo hacer con mi pareja (28%)
- Es la única forma en que me gusta hacer el amor (25%)
- Una pareja secreta me inspira (21%)
- Me siento más seguro con mi cuerpo y conmigo mismo (21%)
- Es bueno para la autoestima (19%)
- Lo hago por curiosidad (16%)
- Rápido y fácil: no tengo tiempo para otro sexo (16%)
- Esta es la única forma en la que puedo obtener satisfacción sexual (9%)
- Me siento poco preparado para otras relaciones sexuales (8%)
- Ninguna de las anteriores (1%)
Por supuesto, también se les preguntó qué era lo que no les gustaba:
- No me gusta la sensación de esconderme (41%)
- Me preocupa que amigos o familia se enteren (39%)
- Me preocupa el bienestar de las trabajadoras sexuales (36%)
- Sentir la necesidad de mentir sobre lo que hago (31%)
- Preocupaciones por riesgos de salud (25%)
- Gasto demasiado dinero (25%)
- Extraño la conexión emocional (21%)
- Siento que mi dinero no se usa bien (12%)
- No me gusta el lugar donde se hace (10%)
- Me da vergüenza (10%)
- Esperaba que hiciera más que solo sexo (5%)
El 27% dijo que, si pudiera tener sexo sin pagar por él, estarían dispuestos a renunciar a una relación, lo cual demuestra que los clientes se preocupan más por las trabajadoras que lo que se pensaba. Así que, mi amigo, si quieres tener y conocer a las mejores chicas escorts en Neiva, te sugiero lo siguiente: https://co.skokka.com/prepagos/neiva/ https://bellascolegialas.info/