¿Sugar Baby o prostitución azucarada?

27 septiembre 2022
Escorts, Prepagos, Putas, Dama de Compañia
Los conceptos de Sugar Baby y Sugar Daddy son de muy vieja data, sólo que antes recibían nombres más criollos: “la querida”, “el segundo frente”, “la amante” y mucho más atrás en el tiempo, “mujer mantenida”. Este tipo de relaciones estaban compuestas por un hombre de posición económica aventajada que podía solventar los gastos de vida de una mujer a cambio de sus favores sexuales y, de ser posible, de su afecto. Un acuerdo limpio, cristalino y puro. Con la llegada de los anglicismos Sugar Baby y Sugar Daddy, no sólo cambió la denominación de los actores, sino que el juego se hizo más abierto y más mercadeable. En el pasado las relaciones entre amantes surgían a hurtadillas en los pasillos de las oficinas entre jefes y secretarias, en los hospitales entre médicos y enfermeras, o en las universidades entre profesores y alumnas. Era un juego de seducción y pasión que en ocasiones tocaba el amor. El soporte económico el hombre ofrecía a la mujer se daba de manera discreta, para no ofender ni insultar a la dama en cuestión. “Era un apoyo, no un pago”, se pensaba y se decía. Hoy día la heredera de esta amante del siglo XX es mucho más abierta y desenfadada y se ofrece a través de redes sociales, en especial en las plataformas diseñadas para buscar parejas: “Busco caballero generoso que me ayude a pagar la universidad. Tengo 20 años, soy bonita de cara, ojos verdes y buen cuerpo. Sólo para personas serias”. Y así, de entrada, los términos de la relación quedan bien claros y asentados. En Europa y Estados Unidos las relaciones entre una chica joven y su Sugar Daddy pueden darse de manera más discreta, un poco a la antigua: de a poco el maduro caballero se va haciendo cargo de los gastos de vida de la sugar baby. El caballero, por supuesto, aspira a la exclusividad ya que la relación en momentos coquetea con el romance. El hombre o sugar daddy no siempre es un señor casado. Sus características básicas son su edad madura y con suficiente solvencia económica para brindarle a la sugar baby lo que ella no podría conseguir por sí misma. Hace tres de años una joven ucraniana conocida como Katia vendió su virginidad al mejor postor. Fue un acto público que generó mucha polémica y opiniones encontradas. ¿Era la chica una prostituta mercadeando se sexo al mejor postor? A ver, pero si la chica tenía 19 años y era virgen aún, en pleno siglo XXI, ¿podemos acusarla de puta? Socialmente hablando, ¿qué hubiera sido lo considerado correcto? ¿Que la chica hubiera ofrendado su virginidad en una noche de borrachera a los 15 años, con cualquiera de los idiotas de su clase? Pero lejos de eso, la chica logró una oferta de casi 800.000 euros, lo que le permitió garantizar sus estudios universitarios y viajar por el mundo, que era su deseo. Más recientemente, la joven modelo de 19 años conocida como Giselle logró vender su “inmaculada flor” por tres millones de dólares. El triunfador, un poderoso empresario de Abu Dhabi, ofreció matrimonio a la virginal modelo, además de una renta mensual de $11.000. Un genuino sugar daddy. Porque las relaciones entre la sugar baby y su daddy pueden llegar incluso hasta el matrimonio, y podría funcionar bien, mientras dure. Era lo que en el pasado se conocía como un matrimonio a conveniencia. Pero, a la larga, ¿qué matrimonio no lo es? En Estados Unidos y Europa existen plataformas de Sugar Dating donde chicas entre 18 y 30 años ofrecen su compañía a hombres mayores dispuestos a pagar por ella. El sexo no siempre se hace presente. Por acompañar a su daddy durante una cena, estas chicas cobran hasta $50. Por un beso, hasta $20. El 63% de estas jóvenes son universitarias, quizás atraídas por el lema de estas páginas de internet: “Graduarse sin deudas”. En Colombia, México y Venezuela la dinámica de las relaciones entre la sugar baby y su protector es bastante más descarnada: una chica necesita apoyo económico y un caballero se la brindará a cambio de sus favores sexuales. La relación puede ser breve o duradera y en ningún momento la chica se siente obligada a la exclusividad. Su compromiso es bridar placer sexual. Nada más. Este comportamiento basado en el intercambio de sexo por dinero la acerca mucho al concepto de una prepago, por no decir que en realidad se trata de una modalidad más de las chicas que se dedican a este oficio. Los problemas y riesgos a los que se exponen estas jóvenes tampoco son muy distintos a los que amenazan a una chica prepago. En principio se trata de un acuerdo concertado entre adultos, pero no olvidemos que cuando los tratos se hacen entre personas con diferentes niveles de poder, existe en el fondo una relación de chantaje. Y así, el lado débil puede verse envuelto en situaciones de acoso, maltratos físicos o mentales, amenazas, presión para hacer cosas que no desea, etc. Quien paga es quien manda. Y eso puede ser peor de cómo suena. En Colombia esta modalidad se ha puesto muy de moda, sobre todo en los departamentos de Tolima, Antioquia, Nariño y Córdoba. Un dato curioso es que los sugar daddy colombianos no suelen ser “abuelitos” sino jóvenes exitosos entre 28 y 35 años, dispuestos a pagar bien por una grata compañía. En Bogotá una sugar baby en el fondo es una chica de catálogo con una clientela bastante exclusiva y selecta. Una modalidad de las callgirls oculta bajo la fachada de un nombre más sofisticado: la sugar baby.